9/03/2008

1.0 Introducción

Es habitual encontrar en la carretera o en diversos caminos por los cuales se transita, nombres de lugares con los que de una u otra manera las personas se sienten familiarizadas y que incluso nombran, pero no conocen el verdadero significado o el motivo del por qué fueron designados con tales calificativos.
Para tales fines, la onomástica, disciplina que se encarga de estudiar los nombres de lugar, de regiones y pueblos, acercando a un estudio más preciso de estos, a través de una disciplina llamada “Toponimia” Lázaro Carreter (1977) menciona que se subdivide en toponimia mayor referida a: pueblos, ríos, montes, valles, etc., y toponimia menor, que considera los nombres de: arroyos, torrentes, solanas, riscos, altozanos, etc.
Sin embargo, existe un trasfondo aún mayor que encierra el estudio de la toponimia y esto está referido a la oralidad, una de las razones primordiales del mantenimiento de los nombres de lugar, ya que en si, esta no tiene la fijación que produce la palabra escrita, sino que da lugar a que la lengua se desarrolle y evolucione. Por otra parte no es nuevo pensar que la geografía tienen su propio lenguaje Trapero (1995:153) dice que: En primer lugar la toponimia se constituye en el verdadero ”lenguaje” de la geografía; en segundo lugar que la geografía es conocida por la toponimia; en tercer lugar, que los infinitos accidentes geográficos que conoce la gente solo algunos reciben nombres, una mínima parte, o las más sobresalientes o más cercanos, es decir, los más funcionales; y cuarto, que la toponimia conforma un corpus lingüístico de tradición oral, pero a veces ésta se ve alterada por la fijación de la escritura.
No existen dudas, al decir que los “topónimos”, significan en sí mismos, un inmenso campo de experimento y que no solo es exclusivo para estudios eruditos, sino que por el hecho de estar presente en la conciencia colectiva de un pueblo o lugar, debido a la particularidad de su trascendencia, van al mismo tiempo creando la historia y la identidad social del sector donde pertenecen. Es de esta forma como el habitante no solo conoce o identifica los nombres, sino que también creas lazos profundos entre el lenguaje y la tierra, siendo esto parte de su naturaleza e idiosincrasia.

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